Joey estaba... frustrado. No, esa no era la palabra adecuada para describir el cúmulo de emociones que el joven Carson estaba experimentando en ese momento. ¿Desesperado, tal vez? ¿O quizás incrédulo?. La verdad era que, en esos instantes, lo que menos le interesaba era describir sus sentimientos con palabras. En esos momentos, lo que Joey Carson quería era encontrar al maldito que acababa de robar su guitarra. Y todo su dinero, ya de paso.

No está seguro cuánto tiempo llevaba corriendo, y tampoco sabía cómo demonios seguía vivo tras correr tantas cuadras sin molestarse en mirar a ambos lados antes de cruzar la calle (su maestra del jardín de niños estaría avergonzada a muerte de él); de lo único de lo que era verdaderamente consciente era de la quemazón en los pulmones y de lo socialmente irresponsable que era la gente de Seattle. Y es que en camino del Myrtle Edwards a la calle - desconocida - en la que se encontraba en esos momentos, por lo menos una sola persona pudo haberle ayudado; solo era cosa de estirar el brazo y tomar de la camisa al ladrón de guitarras. Pero, aún con sus fuertes gritos de ayuda, nadie le prestó atención.

Se detuvo al llegar a una intersección, respirando pesado y poniéndose de puntillas para intentar ver por sobre las cabezas del montón de gente que le rodeaba. Lo había perdido. Había perdido al ladrón, su guitarra y el dinero que había conseguido tras estar en el parque tocando todo el día — ¡Mierda! — gritó sin molestarse en prestar atención a las miradas escandalizadas de la gente a su alrededor. ¿Cómo iba a volver al motel a decirle a sus amigos que no solo había perdido dinero, si no uno de los instrumentos también?. Restregó las palmas de las manos contra sus ojos con más fuerza de la necesaria, como si la acción fuera a despertarlo de esa pesadilla.

Sabía que ir a la policía no sería de ninguna ayuda y que solo tenía dos opciones: resignarse o encontrar al bastardo. Su poco sentido común le hizo elegir la segunda opción, por lo que sin siquiera hacer el intento por controlar su respiración, decidió ponerse en marcha: — ¿Vio a alguien corriendo con el estuche de una guitarra? — preguntó a la primer persona que pasó a su lado.